2 de julio de 2014

El tercer eje, la creatividad estratégica

Hasta no hace mucho tiempo la capacidad tecnológica de las empresas era el eje determinante para posicionarse en el mercado. Hace poco más de un mes escuchaba a Jorge Lang, director de Innovación de INTEL para el Sur de Europa, decir en el primer congreso sobre tecnologías para llevar puestas, "antes las empresas tecnológicas como Intel sacábamos tecnologías al mercado porque podíamos, ahora sacamos las tecnologías que nos demandan los usuarios".

Hoy ni la tecnología ni el conocimiento, en clave de capital humano altamente cualificado, son del todo suficientes para obtener un posicionamiento de valor en el mercado. Hoy, además de ambos ejes estratégicos, es necesario dar respuesta a lo que demandan los usuarios y para ello es necesaria una capacidad determinante para las empresas, la creatividad como tercer eje.

La creatividad, el ADN de Tandem, se ha convertido en el eje de mayor transcendencia de estos tres ejes estratégicos para que las empresas que pretenden ser relevantes y competitivas en sus respectivos mercados localicen escenarios donde innovar en productos con la capacidad de incluso generar nuevos servicios.

Richard Florida, experto estadounidense en crecimiento económico, decía:
"Considero que la creatividad — la creación de formas nuevas y útiles a partir del conocimiento — es el motor… El conocimiento y la información son las herramientas y el material de la creatividad. La innovación, ya sea en forma de un artefacto tecnológico nuevo o de un método o modelo de negocio, es su producto".

Si compartimos lo anteriormente dicho y entendiendo que todos y cada uno de los procesos creativos que se despliegan en una empresa persiguen un objetivo estratégico, como por ejemplo despejar la incógnita de la ecuación para encontrar el producto/servicio que satisfaga las necesidades de los usuarios/clientes, deberíamos ser conscientes de que todos los procesos creativos han de estar alineados con la estrategia de la compañía. Obviar esto dará como resultado, entre otras cosas, la pérdida de tiempo y por lo tanto también de dinero y, muy frecuentemente, la aparición de la frustración en los equipos de trabajo, una problemática de difícil solución.

La creatividad estratégica es el eje en el que quisimos centrar y desarrollar nuestros servicios profesionales con la finalidad de colaborar con nuestros clientes generando y/o transformando ideas en productos. Además, fruto de esta relación pueden incluso articularse nuevos servicios para incrementar su competitividad y el valor por el que tanto sus usuarios y como el resto de actores que interactúan con el producto perciben.

Los proyectos en los que la dirección entiende el potencial que conlleva la creatividad estratégica los denominamos "Ideas&Concepts", los cuales, aparte de identificar hipótesis de trabajo que nos permitan construir nuevas oportunidades de negocio en forma de productos innovadores también posibilitan:

  • Entender de otro modo qué es lo que realmente nos demandan los usuarios.
  • Identificar las claves para reformular el diseño de los productos.
  • Desarrollar nuevas tecnologías que permitan abaratar costes y crear nuevos productos.
  • Descubrir nuevos nichos.
  • Llegar a nuevos mercados.
  • Y lo que más nos enorgullece, encontrar nuevas formas de cooperación con empresas para el desarrollo de proyectos de innovación colaborativa.

En realidad y aunque a priori se pueda considerar que la creatividad estratégica es algo que ya por concepto resulta complejo de trabajar, es más natural de lo que parece. Si la dirección estratégica es clara y la alineación del equipo de trabajo y su motivación están en simbiosis, la creatividad surgirá de manera natural. Obtener frutos de ella es cuestión de trabajo constante, metódico y gestionable.

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