Nos ha parecido interesante volver a publicar esta entrada, la única que llegamos a publicar
en nuestro primer Blog, allá por el 25 julio de 2006, escrita por Josep
Casadella, socio fundador de Tandem y responsable de las áreas de Innovación y
Diseño en TANDEM.
Todo el mundo, o casi todo el
mundo, ha tenido o tiene buenas ideas; ideas fantásticas, únicas, diferentes,..
que pueden revolucionar el mercado de los productos o de los servicios. Todas
estas ideas funcionan en nuestras cabezas y mientras no salen de ahí, son
excelentes, geniales, increíbles,….
El problema aparece cuando nos
atrevemos a compartir las ideas sin haber reflexionado en su materialización,
es decir, a explicarlas a nuestros compañeros o a las personas más allegadas.
Es en ese momento es cuando empiezan a derrumbarse los castillos construidos en
el aire, “ah es muy buena idea, pero… yo lo haría así”.
La aparición de los peros, que a
fin de cuentas reflejan posibles inconvenientes a una tipología de usuarios,
consigue que nuestras ideas queden en nada. Al final siempre se llega a la
misma conclusión “el resto del mundo no me comprende”. Entonces uno piensa, para
que luchar contra eso, es una batalla inútil y estéril.
Si este pensamiento reflexivo lo
trasladamos al mundo empresarial nos damos cuenta que no es nada distinto a lo
que nos ocurre a nivel personal.
Las buenas ideas o la innovación
no sirven para nada si no existe la convicción y la determinación de querer
hacerlas tangibles.
El desarrollo de la innovación o
el de las ideas conceptuales no es relevante sin la capacidad y la voluntad de
querer convertirlas en proyecto. Es mucho más importante, para innovar, contar
con un proceso claro de gestión y desarrollo que permita encauzar las ideas que
están latentes en la organización que tener grandes genialidades sin control.
El proceso de diseño y desarrollo
de un producto parece que sea el mal que imposibilita la realización de las
innovaciones como si fuese el anticristo de los “innovadores”, cuando en
realidad es el único método capaz de posibilitar la creación de nuevos y
mejores productos y servicios. Todo lo demás es humo.
La buena gestión de los proyectos
al igual que un buen proceso: marcar objetivos, desarrollar, comprobar,
modificar, volver a comprobar… modificar… mejorar…… sirven para ajustar la
idea, la innovación o el concepto inicial a la realidad.
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